En la puerta de la Iglesia Santa Catalina: Sale el Cristo de los Favores.

 

 

Los Tambores vibran al paso emocionado de un Crucificado. La imagen, que         contemplamos con devoción y cariño, reclina su cabeza sobre el pecho porque     acaba de morir, y ese golpe seco e infinito se derrama sobre el corazón del           pueblo y se abre camino, lentamente, por la estrecha calle Preceptores hasta         llegar a las Cuatro Esquinas donde los incensarios le ofrecen su "Primer Golpe" 

 

Su paso agonizante, en la oscuridad nocturna, impresiona cuando el                 Redentor baja la calle Pilar del Calvo, y sobre la madrugada inunda con su presencia la calle Tamayo, majestuoso y sereno. Allí el clamor popular degrana un ramillete de Saetas que envuelven celosamente el murmullo y la expectación fervorosa de la gente.


Los hermanos de luminaria y los tambores "negros" ya bajan, asomándose a la Posadilla, como un rio chispeante de candelas y goles acompasados de percusión. Justo enfrente del edificio del Ayuntamiento los horquilleros elevan la imagen al Cielo, al emocionado grito del "manijero", como si nuestro Señor quisiera recoger las súplicas e intenciones que el pueblo susurra con lamento e ilusión, a su paso.


En la Plaza Arriba, el Cristo de los Favores recibe el cálido aroma del incienso, es el "Segundo Golpe", confundido tras un cúmulo de cofrades, cera y tambores que, arrodillados, soportan el peso del dolor de su pueblo, entregado a la emoción y el fervor, en esta oscura madrugada.


Impávido y sereno, aguarda la orden del "postor" para qué, con orden y sigilo, se aclere el paso de la procesión por la Carrera de San Agustín, con los horquilleros que lo "llevan en volandas", en el abandono manifiesto que produce el cansancio de los tambores que gastados abordan la Cuesta del Arca. Los Cofrades sienten, en la desierta cuesta, el esfuerzo hiriente del paso de la madrugada. Una vez en el Llanete de Santa Catalina los jóvenes y los devotos abnegados esperan el encuentro con la imagen en el "Tercer Golpe" de los incensarios.


Ya en plena madruga, el Cristo de los Favores regresa a la Casa de Dios, que está repleta de almas que se reúnen para otorgar su último adiós, entre silencio y devoción, cuando la imagen hace su entrada vertiginosa por la nave central de la Iglesia y los horquilleros, en un postrero esfuerzo, demuestran sus habilidades, entregando todo su amor al Cristo de sus amores.


...Señor de los Favores, en el silencio de cada corazón queremos pedir tu misericordia porque te humillamos y perseguimos cuando privamos de libertad a los débiles, y permitimos el sufrimiento y el hambre de los que nos rodean. Por eso, Jesús, que tu justicia sea la luz que guíe nuestras conciencias y actos, comprometiendonos con una realidad más humana y solidaria.


¡Que el Silencio de esta noche eterna permita que tu mensaje y amor nos acompañe siempre en nuestra vida!.

 

La Cofradía